Círculos de mujeres: ¿para qué?

El anhelo de recuperar nuestra naturaleza femenina

Por herencia, las mujeres hemos aprendido a vivir para y por los demás. Durante siglos nos acostumbramos a valorarnos a través de la mirada del otro. Para saber cómo actuar nos han enseñado a tener más en cuenta lo que se espera de nosotras, que lo que sentimos por dentro. Así nos olvidamos de atender a nuestras necesidades, de cuidar nuestro jardín interior.

Hemos dejado de escuchar la voz de la mujer orgánica y salvaje que llevamos dentro.

Cuando a veces escuchamos su llamada de atención, duele: sentimos un vacío interno, una insatisfacción que no podemos explicar bien pero que está ahí. Es el anhelo de recuperar la conexión con nuestra naturaleza femenina, con esa mujer auténtica que hemos sacrificado por el camino y que sigue viva en algún lugar dentro de nosotras.

El camino de vuelta a casa

El camino que estamos emprendiendo cada vez más mujeres es el de empezar a dirigir nuestra mirada hacia dentro. Ese es el viaje de la diosa en la que nos aventuramos para poder irradiar nuestra luz propia y sentirnos plenas. Para dejar de estar pendientes de cómo debemos ser, de creer que somos incompletas sin una pareja, hijos o un trabajo. Para dejar de tener la sensación de que nunca somos suficientes. Para dejar de esforzarnos por alcanzar un ideal que no está a nuestro alcance y quedar exhaustas. Para dejar de sentirnos desbordadas, inseguras o insatisfechas. Para poder volver a casa.

¿Por qué nos reunimos en círculo?

Es algo que venimos haciendo de siempre, es ancestral. Lo femenino crece con el apoyo. De hecho, la idea de que las mujeres nos tenemos envidia y competimos constantemente entre nosotras es uno de los mitos que contribuye a debilitarnos. Compartirnos en un círculo de iguales nos nutre, nos inspira y nos fortalece.

Cuando las mujeres nos reunimos en círculo, ocurre algo maravilloso que es más grande que cada una de nosotras.

Es algo que no se puede explicar: hay que vivirlo.

¿Para qué emprender el viaje juntas?

Para abrazar la vida y fluir con ella, para amarnos y compartir nuestra abundancia con los demás. Para ser libres y conscientes, auténticas y sabias, plenas y radiantes. Para recuperar nuestro verdadero poder y gozar de la

Se necesita valor y coraje para emprender este viaje. Implica salir de nuestra zona de confort. Pasa por afrontar nuestros miedos y por tener la voluntad de mirar hacia dentro para liberarnos de nuestros deberías y mandatos, dejar atrás viejos patrones y entregarnos a VIVIR.

No conozco a ninguna mujer que se haya arrepentido de recuperar a su diosa.

Ana Martínez Díaz, psicoterapeuta gestalt.Para cualquier pregunta o consulta sobre tu terapia, ponte en contacto conmigo.